Ingeniera crea un negocio de jardinería gracias a un extraño tipo de planta japonesa
La ingeniera civil Julimar Rivero creó Garden to Love, un servicio de jardinería especializado en paisajismo que despegó gracias a las “kokedamas”.
Julimar Rivero, una ingeniera con una exitosa carrera en el ámbito corporativo, siempre sintió que algo faltaba en su vida. Aunque su trabajo le proporcionaba estabilidad, no lograba llenar el vacío que sentía.
Desde niña, había sentido una profunda conexión con la naturaleza, encontrando en las plantas un refugio que le daba paz y alivio al estrés diario. “Cuando logras esa conexión y vibrar en la misma frecuencia de la madre tierra, tienes al frente un tesoro”, reflexiona, señalando cómo su amor por la jardinería la ayudaba a sobrellevar la presión del trabajo.
Este vínculo especial con la naturaleza la llevó a explorar la jardinería más allá de un simple pasatiempo. Aunque no tenía formación en ventas o marketing, Julimar comenzó a compartir su pasión a través de Instagram, mostrando a otros cómo cuidar las plantas y crear espacios verdes en sus hogares.
“Empecé a educarme y a prepararme para lo que vendría después”, comenta, reconociendo que el deseo de conectar con la tierra la impulsaba a aprender nuevas habilidades.
La feria colegial que le abrió a un mundo de oportunidades
El giro en la vida de Julimar llegó de manera inesperada cuando decidió transformar su pasión en un negocio. Aunque inicialmente había comenzado a vender kokedamas —pequeñas bolas de musgo con plantas— como una forma de explorar su amor por la jardinería, pronto se dio cuenta de que había descubierto una oportunidad valiosa. “Mi primera experiencia fue en una feria colegial, donde empecé a vender kokedamas. No sabía qué esperar, pero la respuesta fue increíble”, recuerda, revelando cómo este simple producto resonó con muchas personas.
La pandemia jugó un papel crucial en la evolución de su negocio. Con más personas buscando formas de conectar con la naturaleza desde sus hogares, las kokedamas se convirtieron en un éxito inesperado. “La pandemia fue una oportunidad para mí, ya que mucha gente empezó a buscar formas de traer la naturaleza a sus hogares”, comenta Julimar. La demanda creciente la llevó a profesionalizar su emprendimiento, incorporando detalles como fichas técnicas y empaques personalizados que elevaban la calidad percibida de sus productos.
“Empecé a mejorar el producto, no solo en el empaque, sino también en cómo cuidar la planta”, explica, subrayando cómo estos pequeños cambios tuvieron un gran impacto en la satisfacción de sus clientes. Lo que comenzó como una simple afición se estaba convirtiendo rápidamente en un negocio exitoso.
El descubrimiento que la llevó a derrotar la barreras del negocio
Sin embargo, el camino hacia el éxito no estuvo exento de desafíos. Uno de los primeros problemas que enfrentó Julimar fue la logística de distribución. Debido a las características delicadas de las kokedamas, era difícil enviarlas fuera de Caracas sin comprometer su calidad. “La kokedama tiene un límite desde el punto de vista físico de traslado. Nos limitamos a la área geográfica de Caracas porque las empresas de traslado no transportan plantas”, explica, señalando una de las limitaciones que debió enfrentar.
Además, como ingeniera sin formación en ventas, Julimar tuvo que aprender sobre la marcha, enfrentando su falta de experiencia en marketing y estrategias comerciales. “No sabía cómo vender ni cómo promocionar mis productos, pero sabía que tenía que aprender”, comenta, subrayando la importancia de la perseverancia en su viaje emprendedor.
Otro reto significativo fue la educación del cliente. Muchos de sus compradores no sabían cómo cuidar adecuadamente una kokedama, lo que a veces resultaba en plantas maltratadas o muertas.
Para superar esto, Julimar comenzó a incluir fichas técnicas con cada venta y a ofrecer asesoramiento sobre el cuidado de las plantas. “Me di cuenta de que mis clientes necesitaban más que solo una planta; necesitaban saber cómo cuidarla, y eso cambió mi enfoque”, relata, describiendo cómo esta adaptación mejoró la experiencia del cliente y fortaleció su negocio.
El negocio del paisajismo y su mantenimiento
A pesar de los desafíos, Julimar continuó innovando y expandiendo su negocio. Además de las kokedamas, comenzó a diversificar su oferta, incluyendo suculentas en macetas pequeñas, accesorios de jardinería y productos personalizados. “Nuestro principal pilar es el área de paisajismo y mantenimiento, y ese es el que estamos desarrollando con más fuerza”, señala, hablando de cómo su empresa ha crecido para incluir servicios de jardinería y paisajismo.
La clave de su éxito radicó en mantener un fuerte enfoque en la calidad y la personalización, diferenciándose de la competencia al ofrecer productos únicos y bien pensados. “Quiero que cada cliente sienta que está recibiendo algo especial, algo hecho con amor”, dice Julimar, resaltando la importancia de agregar valor en cada aspecto de su negocio.
Además, aprovechó las plataformas digitales para promover su negocio, utilizando redes sociales y su tienda en línea para llegar a un público más amplio. “La tienda en línea ha sido una herramienta increíble para nosotros, permitiéndonos llegar a personas que de otra manera no habríamos alcanzado”, comenta, destacando el papel de la tecnología en el crecimiento de su emprendimiento.
El secreto de la mentalidad para tener un negocio exitoso
Con un negocio en crecimiento y una base de clientes cada vez más fiel, Julimar ya está mirando hacia el futuro. Una de sus ambiciones es abrir un showroom físico, donde los clientes puedan ver y comprar sus productos en persona, enriqueciendo así la experiencia del cliente. “Un showroom es algo que he estado soñando durante mucho tiempo, y estoy emocionada por hacerlo realidad”, comparte, dejando ver su entusiasmo por los próximos pasos.
Además, Julimar tiene la mira puesta en expandir su negocio más allá de Caracas, superando las limitaciones geográficas que hasta ahora han restringido su mercado. Aunque reconoce que este objetivo es desafiante, su conexión con la madre tierra y su espíritu innovador la impulsan a seguir adelante. “El reto es lidiar con tantas limitaciones, pero siempre trato de ver el vaso medio lleno”, comenta, reflejando su actitud positiva y resiliente.
Para otros emprendedores, Julimar ofrece un consejo inspirado en su propio recorrido: “Mi filosofía es hacer las cosas bien, con amor, y ofrecer al cliente cosas de calidad, bonitas y diferentes”. Con esta mentalidad, Julimar sigue cultivando su negocio, demostrando que una profunda conexión con la madre tierra puede ser la raíz de un emprendimiento exitoso y sostenible.
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