“Sortear los momentos difíciles, adecuarse a las nuevas circunstancias y salir adelante son actitudes que todo emprendedor debe tener”. Así comenzaba la nota publicada en el diario Últimas Noticias, escrita por el periodista Diego Torrealba, para invitar al público, un día antes, al Foro “Emprender: desafío y oportunidades”, realizado en la sede del periódico 22 de marzo de 2018 (Caracas, Venezuela), en el que tuve el honor de participar como ponente. Sin duda, el titular tiene el gancho periodístico que toda nota bien escrita debe tener.
Tengo que admitir que la nota de Torrealba, y especialmente la afirmación con la que comenzada, me ayudó a terminar de darle forma a la idea y al discurso que tenía previsto desarrollar en el foro. Me pareció que en ella había el germen de la fascinación que me proponía explicar. Me resultó al mismo tiempo desafiante, y también un poco ingenua por su aparente certeza.
Cuando leí la afirmación, me surgieron varias preguntas (lo de las preguntas es habitual en mi por el trabajo que realizo como coach)…¿Qué todo emprendedor debe tener o debe aprender? ¿Se puede aprender esto de sortear las dificultades, adaptarse y salir adelante? Me adelanto a pensar que sí se puede.
De pronto recordé las palabras de Peter Senge, uno de los gurúes modernos de la administración empresarial, cuando afirmaba: “Debemos decidir qué es lo más importante para cada uno de nosotros: saber o aprender. El verdadero aprendizaje nos enfrenta al temor que genera la incertidumbre, a la vergüenza de aceptar nuestra incompetencia y a la sensación de vulnerabilidad que produce necesitar de los demás”
Por mi parte, elijo lo segundo (aprender) por todo el desafío que esto implica para dar con las oportunidades.
Para mí, hay sólo dos tipos de emprendedores: Los que aprenden y emprenden, y los que emprenden y aprenden.
Para mí, emprender significa aprender. Aprender a sortear los desafíos que esto implica, aprender a identificar las oportunidades y aprovecharlas, y aprender a vencer el miedo a emprender.
El miedo es la fuente de todas las excusas: las razones finamente elaboradas que te das a ti mismo o a misma, para no hacer algo, en éste u otro campo.
Es por esto que muchos emprendimientos se quedan en el intento y otros se transforman en experiencias reales de éxito.
Mi madre, quien fue una emprendedora analfabeta me dijo una vez: “Las mismas excusas que uno encuentra para no hacer algo, sirven también para ponerse a hacerlo hasta conseguirlo. Eso sí, _me decía_, hay que tener constancia, disciplina y una buen pedazo de atrevimiento”
Las excusas son tu razón para actuar en la forma en que lo haces.
En el caso del emprendimiento sucede que: Tienes la idea (de pronto, genial) de un negocio, un proyecto o iniciativa de otra índole, pero no arrancas. Y tienes razones para no hacerlo, las mismas que podrías utilizar para comenzar. Caes, sin darte cuenta, en tu propia trampa mental para no tomar riesgos.
Te quedas, (paralizado por el miedo), pensando en las respuestas razonables a las preguntas razonables que tú mismo te has formulado.
Pero es que los emprendedores no son razonables, son atrevidos. ¿Qué tenía de razonable, por ejemplo, Walt Disney? Piense por un momento en cualquiera de las personas que usted sabe que han cambiado la historia y hágase la pregunta. ¿O será acaso que lo razonable es ser atrevido? Sólo triunfan los emprendedores que se atreven
¿Y si las preguntas que se hace un emprendedor fueran otras? Por ejemplo, ¿cómo pasar del miedo al ímpetu?, ¿qué es lo que impulsa este emprendimiento, lo que me moviliza realmente?
Tres atributos esenciales tienen los emprendedores:
- Conocimiento específico sobre lo que hace o se especializa en ello porque le apasiona.
- Es una persona íntegra.
- Capacidad para agregar valor con lo que hace.
Desde luego que estos atributos son fundamentales, pero no suficientes para emprender. Los emprendedores deben hacer frente a los siguientes desafíos:
- Clarificar el propósito superior de su emprendimiento
- Imponer la idea por encima del rechazo inicial que muy posiblemente encontrará
- Desarrollar conocimientos, habilidades y experiencia en el área.
- Identificar el mercado (público) que va beneficiarse que su emprendimiento.
- Definir las primeras acciones y llevarlas a cabo rápidamente para iniciar o avanzar
- Mantener la fascinación por lo que se está haciendo
La fascinación por emprender, por crear proyectos de negocio o iniciativas de otra índole, es la enfermedad que padece todo emprendedor de éxito. Se trata de una especie de virus de vitalidad que no tiene vacuna.
Eso de la fascinación no es nada complicado como puede llegar a parecer. Un ejemplo de esto lo tenemos en el astrofísico mundialmente conocido y fallecido recientemente, Stephen Hawking. Este hombre padeció desde muy joven de Esclerosis Lateral Amiotrófica; lo que según él mismo, hizo que tratara de llevar una vida lo más normal posible, y no pensar en su enfermedad, ni lamentarse por las cosas que le impedía hacer, que no eran tantas, según él.
Hawking tuvo hasta su muerte una inagotable fascinación por entender la naturaleza del universo, cómo se formó y cómo podría terminar. Él dijo en cierta ocasión: "Mi objetivo es simple: Es entender completamente el universo, porqué es como es y porqué existe simplemente". ¿No les parece sencillo?
Muchos de sus trabajos se centraron en cosas simples como: Unir la relatividad (la naturaleza del espacio y del tiempo) y la teoría cuántica (la física de lo más pequeño) para explicar la creación y el funcionamiento del cosmos. Pues, lo de Hawking más allá de lo inspirador, es un ejemplo de sencillez digno de imitar
Yo, por ejemplo, me he trazado un objetivo simple: Es motivar a las personas a que emprendan un proyecto propio (de negocio o de otra índole), en cualquier parte del mundo, y tenga éxito.
Imaginen por un momento qué sucedería en nuestros países de América Latina si se impusiera como un hábito la fascinación por emprender o por lo que se hace. Imaginen, por ejemplo, ¿cuánto mejoraría la educación si los maestros se sintieran fascinados con la labor de enseñar o dedicaran más tiempo en las escuelas a dejarse fascinar por las ideas (emprendimientos) de sus estudiantes?, o ¿cómo serían las escuelas si trazaran objetivos simples como el de Hawking? ¿Qué tal si las preguntas que hicieran los maestros a los estudiantes, y viceversa, fueran fascinantes e inquietantes?
Estos son los verdaderos grandes desafíos que deben afrontar los emprendedores para aprovechar mejor las oportunidades.
Un emprendimiento es, al fin y al cabo, una necesidad profundamente arraigada en el ser humano de hacer algo para salir adelante por cuenta propia. El mismo supera la mera supervivencia, cuando en el esfuerzo de emprender se dan respuestas a preguntas esenciales como: ¿para qué voy a emprender?, o ¿quién además de mí mismo va a beneficiarse con este emprendimiento?
Es las respuestas que des a estas dos preguntas está la fascinación por emprender.
Ángel Barceló
Autor de LA EXCUSA PERFECTA, La fuerza secreta del éxito, Los 4 pasos para vencer las barreras mentales que impiden arrancar un negocio