Gobierno de Brasil obliga a reflexionar sobre el impacto empresarial en el medio ambiente

Recientemente, el gobierno de Brasil anunció un polémico decreto con el que daba permiso a inversionistas de adentrarse en la Reserva Nacional de Cobre y Asociados (RENCA), con la finalidad de que explotaran los minerales de la zona y generaran dinero para el país.

A pesar de que se trata de una medida que se lleva a cabo de forma común en todo el mundo por el alto valor de esos minerales, el pueblo brasileño y los ambientalistas del país reaccionaron de manera negativa, afirmando que esta medida no podía aprobarse, y mucho menos llevarse a cabo dichos trabajos.

Esto obligó a que la Corte Federal del país vecino suspendiera dicha medida ordenada por el presidente Temer, y más allá, obligara a toda entidad gubernamental a discutir con el Congreso Nacional cualquier decisión que pueda poner en peligro la RENCA o zona similar.

Esto no solo se debe a que se trata de un espacio natural de gran valor para el país, sino que el mismo da hogar a cientos de especies de flora y fauna, además de distintas sociedades indígenas que dependen del buen mantenimiento de la misma.

Situación similar en Venezuela

A mediados del mes de agosto, comenzaron a circular unas fotos sobre la supuesta deforestación en las zonas aledañas al Salto Ángel por empresas chinas que explotan minerales en el país. A pesar de que se demostró que las imágenes formaban parte de otros contextos, la explotación irresponsable del territorio no se desmintió.

Desde hace ya varios años que se han realizado denuncias sobre malos tratos (incluso de procedimientos ilegales) a zonas como el Parque Nacional Canaima o el río Carrao, que han llevado a la destrucción de gran parte de ambos, justificándose en los beneficios económicos que estos generan.

Se trata de una situación que no solo estaría causando un impacto en el área ecológica, sino también económica y cultura, ya que se trata de un patrimonio nacional y capitalizable destruido que a su vez afecta a la identidad nacional. No solo se trata de un daño al ambiente, sino al ciudadano.

Esto hace reflexionar también sobre la cantidad de información que reciben las personas sobre los espacios naturales que los rodean, y sobre su capacidad para actuar y defenderlos ante las malas prácticas empresariales, y la poca atención gubernamental, como fue el caso ocurrido en Brasil.

Una economía sostenible y sustentable

Debido a este polémico evento, vuelve a ganar fuerza un argumento que nació hace décadas de la mano de la ONU y que, por distintos motivos, todavía no ha calado en muchas empresas y gobiernos del mundo. Se trata de los conceptos de empresas sostenibles y sustentables, es decir, compañías que funcionen bajo procesos no dañinos para el medio ambiente, y capaces de generar un ecosistema empresarial duradero.

Se trata de empresas que puedan llevar funcionar mediante procesos no dañinos para el medio ambiente, a la vez que puedan asegurar su funcionamiento para generaciones futuras. Y no solo esto, sino que también sean capaces de incentivar la generación de nuevas oportunidades de negocios, en vez de ser una serie de grandes comercios duraderos que monopolicen los mercados.

Esta última situación es visible en Venezuela, donde muy pocas empresas de gran tamaño dominan los mercados, dando apenas oportunidad de apertura cuando ocurren crisis similares a la que vive el país actualmente. No se ha creado un ecosistema empresarial, y eso pasa factura a quienes hacen vida en el país.

Se trata de una mentalidad cortoplacista mucho más enfocada en el comercio momentáneo que en el verdadero desarrollo económico del país, por lo que queda abierta la pregunta ¿Qué debe hacerse para convertir a Venezuela en un país sostenible y sustentable?