El latino que descubrió una “mina de oro” en el maíz

La revista Forbes, especializada en el ámbito de los negocios, reveló recientemente la historia del emprendedor nicaragüense Eduardo Báez, quien desde hace tres años decidió incursionar en el mundo del comercio con su marca Elotes Locos.

Eduardo  es originario del departamento de Estelí, actualmente tiene 24 años y decidió arrancar su propio negocio, porque no quería trabajar para nadie, hoy Báez da empleo a unas 50 personas.

El joven es ingeniero agrónomo y su mayoría de edad llegó junto con la consolidación de sus ansias de emprender: el cultivo de maíz dulce, lo cual no ha tenido tradición en Nicaragua, así que empezó a comercializar en bandejas en supermercados, sin éxito, por lo que se planteó vender el producto cocido, asado, recubierto de mayonesa, queso y de cuantas maneras se pueda preparar.

Su destino no ha sido del todo triunfo puesto que desde el principio ha tenido que sortear algunos obstáculos. Su primer desafío fue obtener un cupo en la Escuela Agrícola Panamericana, Zamorano de Honduras, donde al primer intento obtuvo un rotundo “no” así que viajó hasta ese país para entrevistarse personalmente con el director y logró un lugar en esa institución.

“Cuando terminé la universidad empecé a echar cana y pensar qué podía hacer. Buscaba algo que no se hubiera hecho porque no quería copiar ideas. Y apareció́ de la manera más casual… en un supermercado vi unas bandejitas de maíz dulce y leí que eran de Costa Rica y me dije: ¿cómo es posible que estemos importando maíz?”, recuerda Eduardo.

Tras lo anterior, el joven ingeniero comenzó por importar las semillas de maíz dulce y sembrarlas en dos manzanas de su familia. “Fue un inicio duro porque arrancaba con un cultivo que no tenía semilla en el país, tampoco tenía tierras para sembrar y no tenía plata”, confiesa.

“Para comercializar busqué etiqueta, registro sanitario e hice todo para entrar a Walmart, pero una vez adentro las ventas no eran las esperadas y además tenía otra desventaja: que ese tipo de maíz es muy perecedero, sino se consume en tres días se seca, se deshidrata, su azúcar empieza a hacerse almidón. Con esto vi la necesidad de comercializarlo de otra manera: procesado y con ingredientes que fueran ricos al paladar como el queso y la mayonesa, limón o chile”.

Los elotes son lo que en Venezuela se conocen popularmente como “jojotos”. La primera vez que el negocio del muchacho salió a las calles fue en su localidad, el departamento de Estelí, con un carrito de lata que colocó en el parque de la ciudad con la ayuda de su padre.

“Ese día me decepcioné, pues a la persona que había contratado como vendedora no llegó y yo estaba en mi casa cociendo los elotes. Habíamos pensado abrir la venta a las 7:00 am, por lo que desde las 6:00 am estaba con el carrito en el parque y la vendedora no apareció. Cuando vi que era tarde me regresé a mi casa a buscar a la doméstica para ponerla a vender”.

Eduardo revela: “desde ese primer día yo tengo una bendición, pues me quedé sin elotes, llevaba 500 y todos lo vendí. La gente hacía fila y se agotaron”. Hoy en día comercializa 20.000 elotes por semana.

Al cabo de un año el negocio se expandió y Báez conquistó la capital de su país, Managua, donde ha instalado tres sucursales. También abrió una sucursal en León, Masaya y Granada, no obstante su meta es estar presente en los 16 departamentos del país.

En julio del año pasado el emprendedor inauguró un cuarto frío en la planta de proceso de Estelí y pasaron de dos a sembrar 15 manzanas a través de la renta de tierras. Además, contagiado de motivación a otros agricultores que ahora se han convertido en sus proveedores.