Cómo la crisis dispara competencia en las “calles del hambre”

La crisis económica en Venezuela ha generado una serie de cambios a toda escala. Muchas personas han desistido de productos o servicios que ahora consideran “un lujo”.

En vista de esta reducción de mercado, los negocios se ven obligados a aplicar la famosa teoría del biólogo Charles Darwin, donde afirma que no sobrevive el más fuerte o más inteligente sino aquel que mejor se adapta a los cambios.

A continuación veremos reflejado lo anterior con ejemplos de la comida rápida en Venezuela. La hiperinflación ha hecho de las suyas en los últimos meses y esto se evidencia en los precios de la comida callejera, donde una hamburguesa ronda los Bs. 300.000 y un perro caliente los Bs. 150.000.

Esto ha hecho que comerciantes de las famosas calles del hambre del estado Zulia, Indio Mara y Cecilio Acosta compitan arduamente por quedarse con la clientela, destacando  éste último por las estrategias que han venido implementando.

El modelo de ingresos

Mientras que en tiempos pasados el aplicar “salsas al gusto” y por doquier a la comida comprada era una práctica común, en la actualidad los altos costos y la escasez de mayonesa han hecho que muchos locales de mediana y baja gama dispensen la salsa sólo al momento de la preparación, precisa el medio marabino TuReporte.

Lo anterior ha hecho que aquellos que algunos mantengan la práctica para atraer clientela, añadiendo un recargo en la factura.

Por otro lado, la “guerra” también es de precios. “La hamburguesa tiene un costo de Bs. 220.000 ($1,2) pero en la puja por llevarse al cliente, algunos puestos bajan a Bs. 210.000 ($1,2) o dan descuentos por volumen de consumo, mientras que los perros calientes se venden en Bs. 100.000 ($0,59)”, precisa la publicación.

El impacto social detrás de la competencia en tiempos de crisis

En este orden de ideas, la competencia culinaria ha generado un fenómeno bastante curioso y es que los datos muestran que esta lucha por conquistar mercados ha hecho que el comerciante comience atacar variables que antes si quiera consideraba.

En primer lugar está la iluminación, y es que, en vista de que ha disminuido el número de personas que comen en estos lugares en horarios nocturnos, los comerciantes de la calle del hambre Cecilio Acosta han colocado sus propios reflectores para compensar la falta de alumbrado público.

Paralelamente esto va ligado al tema de la seguridad, pues para hacerse de más clientes  “muchos de los negocios grandes tienen circuito cerrado de cámaras, seguridad interna vestida de civil y convenios con los policías que patrullan constantemente”, añade.

El hecho es que, con estas ideas, traducidas en beneficios, los comerciantes de la calle del hambre Cecilio Acosta  tengan de lunes a jueves una facturación promedio de puestos medianos de unos $30 por noche, lo cual, aseguran, se cuadruplica los fines de semana con una clientela de aproximadamente 100 personas por carrito.